En 1842 se habló por primera vez en el Paraguay de la necesidad de contar con una monedad local. El 24 de noviembre de ese año, en informe al Congreso se dice que “con motivo de haberse sentido en la campaña la escasez de moneda menuda para las transacciones más usuales, pensó el gobierno amonedar alguna plata labrada que existe en la Tesorería o en su defecto, ver medios de acuñar treinta mil pesos en cobre…”.
El 27 de noviembre, el Congreso se expidió sobre e tema en los siguientes términos: “Art. 19. Queda autorizado el Supremo Gobierno para mandar acuñar moneda de plata con el escudo y armas nacionales de la República, observando el monetario antiguo como el más usual y conocido…”.
Inmediatamente, se hicieron loas contactos para la acuñación de monedas de bronce. En 1944 se concreta el contrato para la operación con Enrique Gilbert, con quien se firma convenio en agosto.
Gilbert mandó acuñar las monedas en Inglaterra, en la ciudad de Birmingham. Las monedas fueron enviadas a Paraguay vía Montevideo, e ingresaron por el Puerto de Villa del Pilar, embalado en cuñetes de 200 pesos cada uno. La entrega se hizo en tres partes: las dos primeras totalizaron 18.000 y la última 12.000.
La totalidad acuñada fue de 2.880.000 monedas, y cada una de ellas pesaba alrededor de 6 gramos. Por decreto del 1º de marzo de 1847 se pusieron las mismas en circulación, y los valores cambiarios quedaron establecidos de la siguiente manera; 1 Peso plata = 8 reales, 1 Real Plata = 24 monedas de cobre, 1 Peso Plata = 192 monedas de cobre.
Dichas monedas circularon por el Paraguay durante mucho tiempo, supliendo la falta de moneda menuda para las transacciones. Quedó conocido con los nombres de “cobre sa’i”, “leoncito”, “cobrecito del león”…, aludiendo a su reducido tamaño y valor. El gobierno decidió ponerlas en circulación por la mitad de su valor, considerando que a ese precio fue negociado parte en Montevideo, antes de llegar al Paraguay.
Al margen de las monedas mandadas a acuñar –refiere Rivarola Paoli– en el país seguían sirviendo en los cambios y transacciones comerciales las monedas de oro y plata españolas, introducidas con motivo de la Real renta de Tabacos.
Pero al presentar dificultades de cálculo las onzas de oro, Carlos Antonio López reglamentó el valor de las mismas, en 1844, de donde 1 onza de oro valía 17 pesos corrientes 2 reales, lo que contribuyó a facilitar los negocios.
También el 1º de marzo de 1847 se subscribió la disposición por la que se creó el papel moneda. Consciente de la falta de metales preciosos en el país, para la acuñación de monedas, Carlos Antonio López autorizó la emisión de un título bajo la garantía del Estado, creando el papel moneda. El Art. 1 del decreto dice que “El Tesoro Nacional emitirá billetes hasta valor total de doscientos pesos”, mientras que en el Art. 2 se establecía que “tales billetes serán divididos en cinco clases con numeración especial, siendo de la 1ª Clase de un peso, de la de 2ª de tres pesos, los de 3ª de cinco pesos, los de 4ª de nueve pesos y los de 5ª de veinte pesos, en conformidad con el modelo que se acompaña”.
Como la población se resistía a realizar transacciones con papel moneda, López decretó el 20 de octubre de 1847 la paridad entre papel moneda y el metálico, y dispuso que los sueldos de civiles y eclesiásticos se paguen mitad en billetes y mitad en metálico. Cualquier fracción que no se pudiese pagar en billete debía abonarse en metálico.
Como los billetes resultaron insuficientes, al terminarse la emisión de 200.000 pesos, se ordenó otra de 100.000, con valores de 1 y 2 pesos, a fin de facilitar la circulación de los mismos en transacciones de poca monta.
Como en esos años circulaban monedas cortadas en pedazos, para facilitar las transacciones, en 1853 el gobierno decretó que las mismas sean eliminadas. Ordenando su canje por billetes o monedas de cobre por el mismo valor. Sin embargo, se pusieron nuevamente en circulación en 1854. Otro problema con que tropezó López fue la falsificación de billetes, y el primer falsificador conocido de la época independiente fue Francia Mendieta, quien puso en circulación billetes falsos de un real y dos reales.
En diciembre de 1853, se ordenó una nueva emisión de 30.000 pesos, en billetes de dos reales, un real y medio real. Posteriormente se ordenó una nueva emisión de 600.000 pesos, la que no concluyó. No obstante, se hicieron otras emisiones: una en 1859, de 4.600 pesos; otras dos en 1861, de 100.000 pesos cada una, y, finalmente, una última de 1.000.000 de pesos en billetes de 4 y 5 pesos, realizada al igual que las otras en la Imprenta Nacional.
FUENTE: ENCICLOPEDIA HISTORICA DEL PARAGUAY – DIARIO LA NACION
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